
PAULA ZORITA
Quien no entiende la devoción de todos estos niños que procesionan delante de ‘La Borriquita’ no puede entender tampoco los nervios previos a la llegada del Domingo de Ramos. No entenderá tampoco que miren la hora, que correteen por la catedral o jugueteen con las palmas, porque al fin y al cabo son niños. Quizá ni ellos mismos, algunos muy pequeños, logren entender qué hacen allí, pero lo que es cierto es que lo viven con la ilusión más pura y bonita que existe, porque para eso son lo que son, niños, como decimos.
Nos adentramos en la Catedral de Salamanca para vivir con ellos esta experiencia, los momentos previos, los más íntimos, los que nadie, o muy poquita gente puede ver. Sólo con imágenes nos hacemos una idea de lo que viven ante el paso del Jesús victorioso que llega a Jerusalén a lomos de un asno. Les habrán explicado el sentido o quizá estén en ello, y eso es lo mejor, que tengan esa idea bien arraigada, sólo de esta manera se podrá continuar con esta bonita tradición de Domingo de Ramos.
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