
PAULA ZORITA
Cuando un torero sale de la cara del toro tras una tanda con pausa, asentando las zapatillas, con el mentón hundido en el pecho y recreándose… es que está paladeando con gusto esa tanda que acaba de pegar. Sabe perfectamente que ha sido buena, y se siente torero en ese preciso momento momento. El temple no está sólo en la muleta, está en cada gesto, tiempo que se le da al toro, o paso que se da delante de la cara del animal; y el temple es lo que podría resumir la tarde de Antonio Grande hoy en La Glorieta. Si a lo innato de ello se le añade lo que intenta hacer a los toros, la claridad de ideas y su frescura, se podría asegurar que tendrá largo futuro en esto de los toros.
Hace poco me contaba que le preocupa el futuro, que no es torero de pensar sólo en el día a día y que cuando está solo, suele pensar mucho en cómo le irán las cosas. En esto de los toros 2 + 2 nunca son 4, pero la senda escogida no es mala para llegar a lo más alto. Ha cortado tres orejas y cada una de sus faenas ha tenido un peso específico, pero sin duda ha destacado con el quinto de la tarde. Un novillo de José Cruz muy encastado y que embistió con esa condición, humillando pero sin ponerle las cosas fáciles a Grande. Aun así, lo toreó a placer por el derecho y consiguió meterlo en la canasta por el izquierdo, por donde el animal no quería pasar, pero ahí aguantó el novillero. La gran estocada le hizo merecedor con creces de esas dos orejas. Previamente cortó un trofeo del que hizo segundo de la tarde, un novillo al que supo administrar las fuerzas a base de estructurar muy bien la faena, que siempre fue a más.
David Salvador y el mexicano debutante en La Glorieta, Diego San Román, se fueron de vacío. El torero afincado en la Fuente de San Esteban, David Salvador pudo firmar lo más lucido ante el primero de su lote, con el que pudo extraer alguna tanda al natural con las que dejó patente su clase y buen gusto, pero el novillo no ayudó del todo a que la faena redondease por su escasa fuerza. Si el primero se lo puso difícil, su segundo fue un novillo áspero que se defendió también quizá por esa escasez de fuerza y poco pudo hacer ante eso más que exponer su disposición hasta el final, cuando incluso se tiró a matar sin muleta en un alarde de raza.
El mexicano Diego San Román bailó con la más fea en su debut en el coso salmantino y no logró el éxito que seguramente esperaba. Los tendidos hoy se poblaban de mexicanos que querían ver triunfar a un novillero del que se habla maravillas por su disposición y por el valor que tiene. Hizo gala de ese valor, sobre todo con su segundo oponente, puesto que con el primero poco pudo hacer ante su mansedumbre. Tras un quite ajustadísimo y con un público algo frío, el mexicano decidió comenzar de rodillas en los medios la faena de muleta del que cerró plaza. Logró encender un poco los tendidos que entendieron del esfuerzo y el tesón que estaba imprimiendo San Román en su faena, resultando incluso cogido de manera feísima aunque sin consecuencias.
La tarde fue de Antonio Grande, representante digno del toreo más castellano y puro al que se le vislumbra un buen futuro. No es la primera vez que abre esta Puerta Grande y, aunque también me confesó que el año pasado (en su debut), nunca había soñado que las cosas sucediesen tan bien; está claro que algo tendrá que ver su disposición y sus condiciones como torero, porque no todo es cuestión de fortuna.
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